viernes, 24 de diciembre de 2010

La corriente del Niño


Compré este pesebre cuando me fui a vivir sola, en 2003. Enfrente de casa había un boliche de lámparas y regalos muy lindos, lamentablemente hoy desaparecido. Entre toda la oferta pesebril se destacaba éste, que venía en blanco o negro, con figuras de distintos tamaños. Me encantaba el más grande, claro, pero el presupuesto sólo me dio para el de muñequitos de diez centímetros, igualmente cumplidores por su originalidad: se trata de un pesebre mexicano, pintado a mano, y los rostros son bien autóctonos, los cabellos negros, etc. No será un casting de Medio Oriente (como debería), pero tampoco esos caucásicos inverosímiles, con Marías rubias y Reyes Magos medio polacos.
Notarán que no puse el Niño. Esta costumbre la "descubrí" en la iglesia Del Salvador, enfrente de Plus Ultra, adonde solía ir a agradecer y a pedir aumentos de sueldo, por ejemplo, porque seguramente allí sería mejor escuchada que en la propia empresa. En diciembre, los jesuitas armaban un pesebre gigante, y dejaban la cuna vacante. Y es viendo eso como uno se da cuenta de qué la van realmente las Fiestas...
Siempre lo armo el 8, junto con el arbolito, y mantengo ese sitio vacío para recordar el milagro de la fe. Y la madrugada del 25, aunque llegue tarde, cansada y con unas Fresitas de más, rescato la figura del cajón de la biblioteca, donde espera para nacer como todos los años, por suerte.
¡Feliz Nochebuena para todos!

martes, 21 de diciembre de 2010

Coherencia total


El tipo se llama Del Nido...
y puso una inmobiliaria, claro

miércoles, 15 de diciembre de 2010

Macabro hallazgo XIII


Parece que lo que sale de un dispencer es más rico
que lo que sale de un dispenser...

No era para tanto...

Para todos los que están indignados porque Crishtina tiene como 50 palos verdes en su patrimonio, sepan que se moviliza en este humilde rodado... Cómo es la gente, che.

miércoles, 8 de diciembre de 2010

Tarde pero seguro

Hay algo sobre lo que quiero escribir desde hace un montón, y nunca tenía tiempo. Bueno, ahora tengo.
Hace casi dos meses tuvimos el tan controvertido censo nacional. Más allá del gobierno de turno, de que si el Indec es una guarida de incompetentes, etc., la realidad es que se trata de una tarea que emprenden todos los países del mundo y había que bancarselá. No nos pedían demasiado: solamente que un miércoles nos quedáramos en casita. Los negocios, cerrados. Las escuelas, sin clases. Todos quietitos, lo más quietitos posible porque censar es como sacar una foto de un momento determinado e irrepetible.
Me causaban gracia y asquete al mismo tiempo los comentarios de la gente. Un carnicero entrevistado por radio estaba horrorizado porque tenía que cerrar la carnicería por un día. ¡Un día! El argumento era ridículo; decía que su mercadería era perecedera. Ahá. Se ve que los domingos la mercadería no perece y esas horas de cierre no le preocupan. Seguramente ese señor es el mismo que no tiene empacho en bajar la persiana un jueves, digamos, para ir a hacer siete horas de cola en un estadio de fútbol y sacar la entradita para ver al equipo de sus amores. Otra vieja impresentable pedía que el censo fuera un sábado, como si se tratara de un té canasta. A ver, señora, ¿usted en qué país vive? ¿No se da cuenta de que la gente emigraría en masa a la costa, aprovechando el "feriadito"?
Lo que subyace en toda esta cuestión es que pedimos derechos a los gritos, aunque tenemos muy poca voluntad para acatar nuestros deberes. En un país donde todos ansían los feriados para tomarse el raje, no parecen muy lógicos los lamentos por vender un churrasco menos. No hay la más mínima solidaridad para con aquellas cosas que requieren nuestro compromiso, nuestra colaboración para dejar de lado las individualidades y cooperar con un propósito colectivo. ¡Pero, claro, la señora el miércoles tenía que ver la novela, no la interrumpan!
Si el censo estuvo mal hecho, se verá más adelante. Y nosotros podremos pedir explicaciones sólo si hemos cumplido la parte que nos ha tocado.

martes, 16 de noviembre de 2010

Macabro hallazgo XII

Parece que sancionar esta ley dio un trabajo bárbaro, che

domingo, 7 de noviembre de 2010

Nada nuevo bajo el sol (o dentro de la parroquia)


Ya desde 1825 que pasan cosas...
Después hablan del Padre Grassi...

jueves, 4 de noviembre de 2010

Más bichitos divertidos

¿Se acuerdan del minino onanista? (http://polvora-y-chimangos.blogspot.com/2010/08/quien-dijo-que-los-museos-son-aburridos.html). Bueno, el Museo de Ciencias Naturales de La Plata no ha dejado de darme sorpresas, como bien ilustra esta foto:

domingo, 31 de octubre de 2010

Rompiendo nidos

En una de mis macetas, una torcaza armó un nidito con ramitas, palitos, alambres... Luego puso dos huevitos y se dedicó a empollar. Contemplando esta escena, no pude menos que concluir que la vida se abre paso donde sea, incluso en el hostil contexto de una gran ciudad. Tras lo cual abrí la ventana, espanté a la torcaza ocupa y tiré nido con huevos y todo al mismísimo diablo. Previamente saqué esta foto, no vayan a pensar que soy tan desalmada, che.

sábado, 9 de octubre de 2010

Macabro hallazgo XI


Un átomo de oxígeno y dos de... (?)

jueves, 30 de septiembre de 2010

Blogger f*cker

Hace mucho que no escribo nada... ¡porque este coso no anda bien! Tampoco me deja subir fotos. Pero quería que sepan que no me olvido; es más: tengo montones de cosas para contar... Espero que pronto se arregle :-(

lunes, 6 de septiembre de 2010

Hay dos cosas que me fascinan en esta vida, y ambas son probablemente las únicas que nos diferencian de los animales: el humor y el lenguaje. El primero es un bálsamo, el oasis en medio de la locura, del dolor o del sinsentido. Me encanta reírme y hacer reír. El segundo es cosa seria y sufro horrores cuando se lo arrastra por el lodo.
No crean que se trata de pruritos de correctora, no señor. El lenguaje es, simplificándolo bastante, un código. Yo escribo "agua" y vos leés "agua", y seguramente pensarás en Villa del Sur o en un bidón de destilada para la plancha. Pero escribo (o digo) "agua" y vos no pensás en un chancho, ni en una máquina de escribir, ni en nada que no sea "agua", y todo debido a un mecanismo muy básico: agrupé esas cuatro letras de modo tal de formar la palabra que quería expresar. Esa palabra, y ninguna otra. Pues si hubiera querido expresar otra, habría elegido otras letras y las habría combinado de otra manera.
Esto vale para una palabra o para una frase entera. Si tipeo "Me tiene harta la milonga de Papel Prensa", vos inferirás que me di una panzada con Telenoche o algo así, pero de ningún modo entenderás otra cosa, sencillamente porque dispuse cada elemento en la secuencia apropiada. Y, además, la ortografía es la correcta. No escribí "Presa", sin la n, porque son cosas distintas. Tampoco puse "arta", que es un vocablo que no existe. Y mucho menos violé el adecuado espacio entre palabras, fundamental para que no se te crucen los ojos leyendo "lamilongade", un engendro que parece sacado de otro idioma.
Bien. El lenguaje, decíamos, es una convención. Los hablantes nos hemos puesto de acuerdo en que el método es éste (y no otro), ya sea que nos comuniquemos mediante papiro, e-mail, paloma mensajera o diálogo en vivo y en directo. ¿Y por qué hemos llegado a este acuerdo? Por una única razón: para entendernos.
La vida está llena de convenciones. Sin ir más lejos, cuando jugamos a la escoba de quince todos los participantes estamos de acuerdo en que el Caballo vale 9. Y que, por ejemplo, cuando le agregás un 6 estás formando un juego válido. ¿Pero qué pasaría si uno de la mesa insistiera en querer levantar el 6 con un 3? Le replicaríamos que no es posible, que así no se juega, que no entendemos qué cuernos quiere hacer… y que con la violación de esa regla está habilitando el camino para que los jugadores hagan lo que se les antoje. Y así no se puede jugar. Estaríamos haciendo cualquier otra cosa, pero jugar, lo que se dice jugar, no. El díscolo de la mesa no se rinde, sin embargo. Se emperra en hacer un zafarrancho con las cartas bajo el argumento de que no importan las reglas, que él juega así y punto, y los demás que se arreglen.
[Ahora voy a repetir el párrafo anterior cambiando algunas palabritas. “¿Pero qué pasaría si uno de la mesa insistiera en querer escribir ‘güebo’? Le replicaríamos que no es posible, que así no se escribe, que no entendemos qué cuernos quiere decir… y que con la violación de esa regla está habilitando el camino para que los jugadores escriban como se les antoje. Y así no podemos comunicarnos. Estaríamos haciendo cualquier otra cosa, pero comunicarnos, lo que se dice comunicarnos, no. El díscolo de la mesa no se rinde, sin embargo. Se emperra en hacer un zafarrancho con el lenguaje bajo el argumento de que no importan las reglas, que él escribe así y punto, y los demás que se arreglen.”]
Claro que todo puede empantanarse aun más si entra en escena la puntuación. Porque una burradita, una pifiadita con el teclado se la manda cualquiera… pero no puntuar correctamente puede ser catastrófico. Pues te leo y te releo, y francamente no te entiendo. No sé si estás negando, afirmando o preguntando. No sé si me insultás, si estás a favor o en contra, si estás triste o alegre. Qué jodido, ¿no? Culpa o no de las nuevas tecnologías, la gente escribe como habla, tirando por la borda toda convención y excusándose impune: “Bueno, che, yo escribo así. No es tan grave, boló”.
Así escriben, efectivamente. Se puede apreciar muy bien en este párrafo que levanté de Internet hace un tiempo:

No pude ver el video por experiencia personal,no establecer relaciones de amistad con sus empleados,nodejarse seducir òr ninguna mujer,incluyendo secretaria,to no he sido traidora en 5 años,pero conozco una que lo fue a poco tiempo de conseguir el trabajo,en fin ,debo decir que somos mujeres,no escuchar comentarios maliciosos,no creerse superior a tudos en todo sentido,no ser soberbio,no abusar de poder,no ser antipático,no ser indiferente a los problemas de sus empleados,no aumentar sueldos para ganarse simpatías,NO GEMOSTRAR JAM´AS INSEGURIDADO DEBILIDAD,no ser violento,finalmente no ser distraído rn ningún sentido,iodo esto no implica que pueda demostrar que es un der humano como todos.

Repito: no te entiendo. Y si no te entiendo, la comunicación fracasa. Una pena, porque se supone que ya evolucionamos bastante y estaría bueno que dejemos de hacernos señas como los simios. Quizá lo que escribiste es una simple notita para el sodero. Pero quizá es una carta pidiendo un ascenso o declarándote al amor de tu vida. Y vos por ahí tan campante, creyendo que tienen que comprenderte.
Pocas cosas hay tan maleables y tan rígidas como el lenguaje. Está hecho de mil reglas, a cuál más implacable, y sin embargo, en un texto bien escrito, todas quedan ocultas.

sábado, 4 de septiembre de 2010

Ranking de hijos de puta

1. Jorge Rafael Videla

2. Los porteros que "riegan" generosamente con manguera las veredas, en un día de lluvia torrencial como el de ayer

3. _ _ _ _ _ (completen con lo que consideren apropiado)

lunes, 23 de agosto de 2010

Macabro hallazgo IX

Pero al final... ¿te modelan las cejas o la nariz?

martes, 17 de agosto de 2010

¿Quién dijo que los museos son aburridos?

Museo de Ciencias Naturales de La Plata.
Me parece que vi un lindo gatito

miércoles, 11 de agosto de 2010

Cumplís años (y yo cumplo con vos)


He decidido escribir sobre esto ahora, cuando todavía estás vivo, y no en otro momento, cuando ya no estés, porque ese día será absurdo decir cualquier palabra. Tal vez hoy mismo sea absurdo, suspendido como estás en ese limbo al que no podemos acceder, pero en el que (espero) estés en absoluta paz.
Pensar en vos, pensar en ustedes tres, es transportarme a una edad dorada: escuchar los mismos temas hasta el infinito, comprar las revistas musicales del momento, pegar fotos en las paredes de mi cuarto. Yo tenía trece, catorce años. Luego vinieron los recitales. Seguirte siempre, admirar tu talento, sentir un pequeño orgullo por ver tu influencia sobre varias generaciones, mofarme de los que tratan de imitarte... Durante más de dos décadas despunté estos vicios con el fanatismo bien entrenado. Hasta corregí dos libros sobre la banda, la cumbre total.
Dios es siempre sabio: te dio la posibilidad de dejar una marca en vida, lejos de la que ahora no parece vida, aunque el calendario diga que es tu cumpleaños número 51.

martes, 10 de agosto de 2010

Muchacha, hacete el "papanicolau"

Hace unos días me hice los estudios de rutina que podríamos llamar "femeninos". No voy a embolarlos con la típica queja de que son humillantes, que obligan a piruetas indignas, etc. (aunque confirmo todo eso, claro). En cambio, esta vez observé algo que hasta ahora no me había llamado la atención. En los consultorios te mandan detrás de un biombo, cortinita o tabique divisor para que te saques la ropa, lo cual es absolutamente ridículo, puesto que a los pocos segundos debés salir en "tarlipes" entregado a la operatoria del caso. No parece muy lógico que dispongas de intimidad y semipenumbra para remover las pilchas, y a los pocos segundos te iluminen con unos focos dignos de cancha de River.
No sé ustedes, pero yo he llegado a la conclusión de que lo realmente perturbador es el acto de desvestirse, más que la desnudez en sí, y que nos quieren evitar un strip-tease forzado con la ecógrafa como única espectadora...

Chicas, háganle caso a Tita...

martes, 3 de agosto de 2010

Sitio web recomendado

Creo que aún no había inaugurado esta sección, en la que me propongo recomendar sitios que pueden resultar de interés. Sin tratarse de nada secreto, forman parte de mi listado de "Favoritos" a la hora de webear, ya sea para divertirme, informarme o todo eso junto. Justamente dentro de esa última categoría entra minutouno.com, el portal que abrió Chiche Gelblung hace tiempo ya (se dice que lo vendió pero lo dudo, pues su impronta permanece allí intacta...).
Acá hay de todo. Blogs interesantes, columnas de especialistas, foros varios, información siempre actualizada, notas curiosas... Y sí: la convivencia de temas es felizmente promiscua. Los titulares oscilan entre "Oyarbide citó a declarar al ex subsecretario de Educación de la Ciudad" y "Arte sin límites: una mujer que pinta sólo con sus lolas" (ambos ejemplos reales). Pasen y vean.

Capo


lunes, 26 de julio de 2010

¡Qué monada!

Veterinaria Mundo Gorila, en Flores

domingo, 18 de julio de 2010

¡Extra, extra!

El pueblo lo pidió:
un suplemento con mi nombre...

jueves, 15 de julio de 2010

lunes, 5 de julio de 2010

jueves, 24 de junio de 2010

Confirmado: Yogui es argentino

Y vive en un balcón de la calle Juncal

martes, 22 de junio de 2010

Macabro hallazgo VII

Lo que es la coherencia:
es corrupto hasta en la ortografía...

martes, 15 de junio de 2010

¡Vamos, Argentina!

Estamos en pleno mundial, cosa que me resulta bastante atractiva a pesar de que no me banco el fútbol. Hay otra mística, los partidos son excusa para reunirse... Este año lo que más me alucina es que se celebre en un país tercermundista de un continente eternamente postergado; me parece un síntoma de madurez de la humanidad, que más bien suele caracterizarse por involucionar cada vez que puede.
Cuando pienso en mundiales me vienen algunas imágenes a la cabeza: los álbumes de figuritas de mi infancia, la gente en el Obelisco cuando dejamos afuera a Inglaterra en el 98, el festejo del 86 en un domingo de lluvia horrible, la canción de Italia 90 (miente descaradamente quien dice no haberla cantado parodiando a esos tanos inefables)... Justamente a ese mundial pertenece la escena que me quedó más grabada a fuego. Yo estaba en cuarto año y, como vivía a dos cuadras del colegio, decidimos con las chicas juntarnos en casa para ver Argentina-Italia, nada menos, un padecimiento digno de mejor causa. Después de retorcernos durante los noventa minutos más el suplementario, llegaron los penales y la coronación final: el Goyco corriendo como un sacado, los tanos con cara de velorio, nosotras a los gritos y a los llantos. Me acuerdo de que golpeamos tanto la mesa que un plato rebotaba como si tuviera frijoles saltarines en lugar de simples galletitas.
Ha sido, probablemente, la única vez en que entendí qué sienten los verdaderos hinchas de fútbol... y uno de los recuerdos más lindos de mis años de secundaria.

Este gorro me arruina el brushing, che

viernes, 28 de mayo de 2010

Vergüenza es robar

Quizá muchos no lo sepan, pero hace poquito compré mi primer auto (aunque eso es tema de otro post). Y quizá tampoco sepan que mi conviviente está haciendo sus primeras armas en el diseño de ropa (y eso... eso también es tema de otro post). Resumiendo: ambas novedades se combinaron recientemente y dieron como resultado un episodio hilarante.
Tuve la peregrina idea de ir un día a trabajar con el coche, de lo cual me arrepentí casi al instante porque había más tránsito que en el Autódromo un domingo de TC. Para rematarla, no encontré sitios libres en la calle y me vi obligada a dejarlo en un garaje. Al bajar, mi mente estaba perturbada: por un lado, procuré desenchufarme del manejo; por el otro, empecé tipo pulpo a agarrar todo (todo lo que llevamos las minas: la cartera, la bolsita con esto, la carpeta con lo otro y un largo etcétera). Giré (hasta ese momento había estado de espaldas a dos hombres que atendían en la garita de la entrada) y sucedió algo de lo que, juro, no me percaté: se me cayó la pollera que estrenaba esa mañana, la primera creación de Diego. No le había trabado el cierre y evidentemente, en el fragor de la conducción, me había revuelto en mi asiento como una posesa. Gocé, sin embargo, de algunos atenuantes: la casi oscuridad del lugar y el hecho de llevar medias negras y gruesas, que más bien parecen calzas, lo que evitó la exhibición de las cachas.
Los "garajistas" actuaron como verdaderos caballeros; en absoluto silencio se limitaron a señalar mis tobillos, sepultados bajo la indigna tela. Y yo actué como una verdadera dama: me levanté la falda, ajusté debidamente el cierre y, poniendo cara de piedra, consulté por el valor de la estadía y me mandé a mudar.

A ella nunca le hubiera pasado...

martes, 25 de mayo de 2010

lunes, 10 de mayo de 2010

Cenicienta devaluada

Sábado a la tarde,
pleno centro de Villa del Parque

domingo, 2 de mayo de 2010

Chinatown


El sábado fui por primera vez al Barrio Chino de Belgrano. La onda oriental no me mata, pero sí me agradan muchos de sus platos típicos y la montaña de baratijas que pensaba comprarme, je. Es un paseo recomendable para comprobar que existe un mundo dentro del mundo. Me quedaba colgada mirando esas lámparas de papel y flequitos, esos gatos que atraen dinero, los menús bilingües, las estanterías de los supermercados surtidísimas de frasquitos vistosos pero llenos de quién sabe qué. Y pensaba: esto que para mí es la cumbre del exotismo, para esta gente es la vida cotidiana. Es loco; imaginen por un momento que en pleno Pekín hay cuatro cuadras de talabarterías, parrillas, boutiques de bombachas gauchas y "todo por dos pesos" donde abundan boleadoras y llaveros de Maradona. Y que todo eso esté invadido por chinos curiosos.
No esperen ninguna revelación onda I-Ching: vayan dispuestos a comer rico y no entender la mitad de las cosas, a revolver a piacere en los canastos de chucherías y a fantasear con comprar una pilchita típica aunque nunca te la pongas...

domingo, 11 de abril de 2010

jueves, 1 de abril de 2010

Europa Europa

Un día como hoy, 1ro. de abril, pero de hace diez años, estaba viajando por primera vez a Europa. A mí lo que siempre me había desvelado era conocer Londres, tan anglófila como soy, pero en los tiempos del 1 a 1 era posible soñar más allá, y al final terminé recorriendo Inglaterra, Escocia, Italia y Francia. Dije 1 a 1 y parece mentira que con sólo 5000 pesos/dólares pude pagar absolutamente todo (pasajes, excursiones, alojamiento, regalos, etc.). De todas maneras, nadie me regaló nada, y tuve que quemarme las pestañas corrigiendo free-lance parvas de libros para juntar mango sobre mango... costaba pero se podía.
Nunca en mi vida había subido a un avión y de pronto, en escasas semanas, tomé cinco vuelos, todos por la gloriosa British Airways. El de bautismo fue de trece horas; estaba tan loca que no dormí casi nada. Recuerdo ciertos detalles gratos: un inglés a mi lado que libaba como una esponja; capítulos de "Friends" y de "Seinfeld" por la TV; la mantita que te dan para la "noche" (¡aunque ahí adentro es siempre de noche!). En la conexión a Roma, un aeromozo era la suma exacta del Niles de "The Nanny" y Benny Hill.
El trabajo de turista puede llegar a ser agotador. Lo comprobé al segundo día nomás: jet lag mediante, se ve que me confié y me quedé dormida; de recepción llamaron avisando que la excursión a Capri ya estaba esperándome. Salté de la cama y salí sin maquillarme (¡horror!); dormité en el ferry, en el micro... un papelón. En Florencia cundió el pánico. Era la segunda ciudad de todo el viaje, recién empezaba, y sentía un cansancio demoledor. Pensé: no voy a poder con semejante viaje, no me dan las gambas, cómo me metí en esto la p*t% m&dr*... Con el correr de los días me tranquilicé y entendí que todo es cuestión de dosificar las actividades y las energías. A veces, en pos de la supervivencia, hubo que hacer ciertos sacrificios. Por ejemplo, en la Galería de los Oficios había una cola símil procesión a Luján que me espantó, así que opté por el Palazzo Pitti, que estuvo bárbaro. Aprendí la lección más valiosa (de ese viaje y de mi vida): por más aferrado que uno esté a una lista de cosas para ver/recorrer, hay que tener la flexibilidad de cambiar sobre la marcha sin lamentarse.
El agotamiento no venía sólo por el lado físico. El bocho está siempre alerta en una aventura como ésta. Yo creía que sabía inglés, hasta que llegó la hora de hablarlo; me hacía unos embrollos bárbaros. No existía el euro todavía, así que pasé por francos, libras, liras, billetes grandes, chicos, monedas de mil variedades, incluidos esos peniques que sólo Dios sabe lo que valen. En las fronteras, ojo con perder el pasaporte. En el subte (en subtes de hasta catorce líneas), ojo con las combinaciones. En países con volante a la derecha, ojo al cruzar la calle. En ciudades con más de un aeropuerto internacional, ojo con pifiarle...
Diez años después es posible hacer lecturas sociales interesantes. En Liverpool me aluciné al ver a chicas muy borrachas por la zona de los boliches, algo que ahora es pan cotidiano en los programas de Rolando Graña pero que en 2000 no era tan visto, al menos no tan abiertamente. En París me llamó la atención que hubiera una peluquería por cuadra, todas con mucha onda y bien iluminadas (como las que ahora vemos en cadenas tipo Adriano Giardino), mientras que acá teníamos la de barrio y, en el otro extremo, un Giordano o un Llongueras, pero nada más. Los cajeros automáticos de cualquier país estaban bien expuestos y te obligaban a operar sobre la vereda, nada de cubículos con blindex; eso, por obvias razones, no creo que alguna vez lo tengamos aquí.
Dos ciudades me impactaron en particular: Roma y Edimburgo. La primera quizá por ser la que inició el recorrido, pero también por estar llena de belleza hasta en lo más nimio. Nunca vi mejores vidrieras en mi vida; los tanos llevan la estética en la sangre. La estética y el quilombo, el tránsito desbordado, las risotadas en los cafés... A los diez minutos de llegar dije "Ahhhh, ya entendí". Porque entendés de dónde venimos los argentinos, de esa raíz latina, caótica, un poquito corrupta e infinitamente querible. Edimburgo es increíble. Una especie de plaza alargada divide a la capital de Escocia en dos: de un lado la ciudad medieval, toda de piedra, con ese castillo gélido donde los reyes vivían, gobernaban, se traicionaban y morían (sobre todo eso, morían); del otro, la modernidad acotada, de no más de tres pisos de altura, con negocios de todo tipo, hoteles y pubs. De fondo, los verdes más intensos gracias a la llovizna permanente.
Es muy loco estar en Europa. Se mezcla todo: William Wallace, Rómulo y Remo, McDonald's, la Capilla Sixtina, monumentos que tienen mil años, The Beatles, las carteras truchas que venden los africanos corridos por la policía, el marplatense radicado en Italia al que le compré la billetera que aún conservo, los trenes tipo Star Trek, las tres horas de cola para subir a la Torre Eiffel, el cristal de Murano, las joyas de la reina de Inglaterra, los franceses con sus quesos maravillosos y su escasez de desodorante, los autos de película, la Mona Lisa, museos que parecen todos iguales, Versalles, los gondoleros, el cambio de guardia en Buckingham... ésas son las imágenes que se me vienen a la mente. Eso y el fuerte convencimiento, mientras estaba allí, de que éste, mi país, es pese a todo el lugar más hermoso del mundo.

En el Coliseo romano: "I'm the queen of the world!"

sábado, 27 de marzo de 2010

miércoles, 24 de marzo de 2010

¿No es fino?

Agradecemos a Leo Creo,
descubridor de maravillas como ésta

sábado, 13 de marzo de 2010

Los insufribles IV

No me banco a la gente que es fifí con la comida, que es prejuiciosa (no han probado tal comida pero ya "saben" que no les gusta), que en casa ajena desprecian lo que le sirven o, peor, se ponen a hacer autopsias en el plato. Mucho menos a aquellos pretenciosos que miran todo con desconfianza, pero resulta que cuando van a un recital bien que engullen grasientas hamburguesas que rebotarían en cualquier control del SENASA. Y ni hablar de esas familias que preparan diez platos porque cada uno tiene un mambo gastronómico distinto (ninguno referido a la salud, claro; todas manías del tipo "el tuco sólo me gusta sin tomate" [!]).
Para ampliar esos paladares recomendaría un transplante de riñón (en casa, al menos, funcionó) pero, como además de un quilombo es carísimo, mejor entrenlé a todo, muchachos, y cortenlá.

jueves, 11 de marzo de 2010

Duda existencial

A este restaurant de Puerto Madero, ¿llevás un antiácido o un diccionario?

viernes, 5 de marzo de 2010

Hasta el bidet no paramos...


¿Se acuerdan? http://polvora-y-chimangos.blogspot.com/2009/12/al-final-era-cierto.html

jueves, 4 de marzo de 2010

Sorry, I am lost too

No he sido una gran seguidora de series norteamericanas, pero he visto unas cuantas entre comedias y dramas, y puedo jactarme de haber elegido bien. La mayoría han sido éxitos de crítica y público, a ninguna la suspendieron por la mitad (lo que suele considerarse buen síntoma); es más: de muchas me atraía la primera promoción que se hacía, cuando todavía no se sabía demasiado sobre trama, actores, esas cosas que por lo general te deciden.
Así fue con Lost. Mi primer contacto con ella fue la foto de una isla ploteada en un bondi que vi de refilón cuando salía de casa. Me dije: "Hay que verla". Y ahí empezaron seis años de limadura de cerebro.
No voy a negar que las primeras tres temporadas me parecieron exquisitas, con las dosis justas de suspenso, romance, acción, esoterismo... Cada episodio me dejaba con ganas de más. Me parecía genial la combinación de drama humano y condimentos sobrenaturales. Si alguien me preguntaba de qué se trataba la serie, era muy fácil resumirlo en unas pocas frases: "Un avión se cae sobre una isla que está medio embrujada, donde aparentemente se hicieron experimentos científicos. La convivencia de los sobrevivientes se va mechando con flashbacks de sus vidas, a cuál más alucinante, y parece que todos se han cruzado antes alguna vez". Lo mismo con lo que te generaba como espectador; resultaba sencillo reclutar nuevas víctimas diciendo: "Llorás, sentís intriga, te ves desafiado a resolver los enigmas, te da miedito... todo eso junto".
En el cuarto año (el previsto originalmente para el final) se volvió cuesta arriba. La razón es obvia: los productores empezaron a estirarla tipo tira de Pol-ka porque facturaban a lo loco. Se anunció que seguiría hasta una sexta temporada, lo cual era todo un reto incluso para mí, que me considero una persona memoriosa y capaz de seguir argumentos intrincados. Recuerdo haber leído un artículo de Stephen King (¡nada menos!) que decía, palabras más o menos, algo así como: "Señores guionistas: me encanta Lost, pero es evidente que están un poquito cebados y más de un televidente se les va a piantar. Vayan cortándola acá, porque les va a pasar lo mismo que a X-Files" (serie que no vi, pero sus seguidores perjuran que por estirarla terminó como la mier, argumento y personajes desdibujados entre otras calamidades).
Tuve que ver la quinta temporada porque me sentía como cuando estás en la parada del colectivo esperando una eternidad y te decís: "No estuve tanto tiempo acá para irme justo ahora. Además, si me voy seguro que aparece, el muy turro". Y ahora estoy bancándome la sexta por la misma razón, y eso es lo que me jode de Lost: que me haya sacado las ganas de verla porque sí, porque está buenísima, porque me encanta, y no porque hay que terminarla como sea. Supongo que siempre existe una primera vez para todo, y ésta debe ser una de ellas. Y mirá que le pongo garra... pero igual parezco un clon de Karina Jellinek mientras la miro. ¡A veces no entiendo una pepa! De manera que si la mitad de los enigmas quedan sin resolver supongo que no me dolerá demasiado, simplemente porque ya no me acuerdo ni de cómo empezaron.
Mi bronquita es, en realidad, más profunda: siento que me han embaucado con el género en que se suscribe Lost. Hay algo que ni los más fanáticos podrán negarme: las proporciones de drama humano y condimentos sobrenaturales se han invertido, y hace rato que todo es saltos en el tiempo, islas que desaparecen, muertos que resucitan... en fin, rasgos distintivos de la más pura ciencia ficción, área que no me simpatiza. No fue así como me la vendieron al principio; de lo contrario, ni la hubiera empezado.
Bueno, los dejo porque el deber me llama. Ya arranca un episodio y me parece escuchar una gran licuadora donde se mezclan Asimov, Bradbury, el DeLorean de Volver al futuro, Alberto Migré, un fasssso gigante, una humareda para matar todos los mosquitos del Tigre y un imán tamaño baño.

Ma sí, métanse al agua y mátense...

jueves, 25 de febrero de 2010

Curiosidad

¿Por qué será que suele haber acuchillados, baleados y heridos (cuando no muertos) en recitales, partidos de fútbol y eventos de ese estilo, y nunca hay ni siquiera un resfriado en bibliotecas, museos y centros culturales? ¿Por qué, eh? ¿EH?

sábado, 20 de febrero de 2010

Afirmativo


Este mes fui a renovar la cédula. En las hermosas instalaciones de la calle Azopardo de la Policía Federal no hay aire acondicionado, no hay eficiencia, pero sobre todo no hay asientos suficientes, como lo demuestro en la foto. Totalmente noqueada por horas y horas de espera, me senté en el piso y dormité; soñé que me convertía en una gran cucaracha, como Gregorio Samsa en el libro de Kafka, lo cual era una excelente noticia pues, como todos saben, las cucarachas no necesitan documentos.
Al despertar, me asaltó la verdadera pesadilla: ¿con qué cara saldría en la foto de la cédula, considerando los efectos de esta amansadora? ¿Una onda "averiguación de antecedentes"?

martes, 16 de febrero de 2010

sábado, 6 de febrero de 2010

Sobre gustos, está todo escrito

Agradecemos una nueva colaboración
del lector Fabián F. desde Córdoba

martes, 2 de febrero de 2010

Las casas por su (feo) nombre

Hay una costumbre simpática, que consiste en ponerles nombres a las casas, generalmente a las de fin de semana o las de veraneo en la costa. Simpática, sí, pero un poco al garete porque, a diferencia de una mascota, la casa no "responde" a dicho nombre. Es decir, no hay como contrapartida un ser vivo que al oírlo se acerque moviendo el rabo alegremente. Tampoco creo que la gente se refiera a las casas por el nombre. Me parece raro que digan "¿Vamos a La Soñada este domingo?"; más bien creo que deben rebuznar algo genérico, tipo "la quinta", "la casa de la tía Chola" o "esa tapera que se compró la insoportable de tu prima", etc.
Sin embargo, se puede caer aun más bajo y bautizar la propiedad en cuestión con un nombre que:

1) le quede grande (cuando le ponen Mi Mundo y es un terrenito de cuatro por cuatro);
2) sea incompatible con la realidad (le pusieron Siempreverde y no crecen ni los yuyos);
3) esté quemado por el uso y abuso (caso Macondo, y el que no sepa qué es Macondo lo guglea *ya*);
4) resulte impronunciable porque juntaron las sílabas iniciales de los nombres de los siete hijos de la familia (Jorferlaucarmauseda);
5) sea directamente feo (y a las pruebas me remito: vean la foto que tomé en Colón y, si son guapos, vayan y pregunten dónde queda el Rancho Mechonga)...

sábado, 30 de enero de 2010

Nos vamos poniendo serios

No se crean que en P&Ch es todo joda, fotitos lindas, chistes con E. Berga, etc. No, señor. Para todo hay un momento, y éste es el momento de la reflexión. Últimamente he tenido la intuición de que a los hombres les sobra el tiempo, mientras las mujeres siempre estamos tironeadas por las obligaciones. Y he podido comprobarlo con un poco de observación amateur en la calle, charlando con mis congéneres, escuchando testimonios varios.
Al hombre, repito, le sobra el tiempo. Miren nomás los negocios, las veredas: parejas, cuando no nutridos grupos, de señores departen alegremente por horas, miran culos, largan risotadas y emiten el vocablo "boludo" a cada rato, cual graznido. Lo que me llama la atención es que no se trata de adolescentes pavotes (a quienes por la edad les están permitidas esas cosas) sino de mayorales de clase media que incluso peinan canas... En contraste, veo desfilar a muchas féminas que también andan por la calle, pero sin detenerse pues van como ekekos cargadas con bolsas de mercado, o bien con los hijos de la mano saliendo del cole, o casi corriendo para no perder el bondi al tiempo que le dan indicaciones a la doméstica por celular.
Puertas adentro, la escena se repite: ellas llevan el stock de los víveres en el rígido de la memoria, mientras que el único rígido de ellos está en la PC, donde atesoran la foto del arquero de Arsenal con el mismo celo que si se tratara de su partida de nacimiento; ellas ven mugre en todos lados y en consecuencia la limpian, mientras ellos no la ven nunca y en consecuencia la multiplican; ellas cocinan, se depilan, preparan la mochila de los chicos, todo al mismo tiempo, mientras ellos tratan de ubicar en su "apretada" agenda ese cambio de cuerito que tienen pendiente hace seis meses... Y así con todo. Lo que arroja como resultado una mujer agobiada y un hombre que puede (como de hecho conozco) ver dos o más películas por semana, aunque trabaja full time y tiene dos niños pequeños.
Desde mi departamento diviso a unos vecinos, todos hombres de distintas edades, que siempre están de jarana y asadito, incluso en días de la semana. Jamás los vi ordenando esa caótica terraza, o baldeando, o entrando el pedido del súper, o pintando las descascaradas paredes. Tampoco tercerizan esas labores (algo totalmente válido). Simplemente para ellos no existen, no las registran. Por lo tanto, les sobra el tiempo para usarlo en otras actividades, sin atisbos de culpa alguna.
Yo no digo que todos los hombres sean vagos avivados ni que todas las mujeres seamos mártires de la fregada. Simplemente digo que hay una tendencia natural que en estos tiempos, con la inclusión de las mujeres en la vida laboral y la no redistribución de lo doméstico, se ha visto exacerbada. Él suele ser más individualista, se concentra en una cosa a la vez, se define muchas veces por el éxito social, externo (por eso salía a cazar); ella suele proteger el clan, defender celosamente lo privado, custodiar lo que nadie ve pero que hace funcionar un hogar (por eso se quedaba en la caverna). Desde luego, nosotras hemos sido funcionales a este despiporre.
Sin embargo, mis queridas, a no desesperar. Puede ser que ahora estemos atiborradas de tareas, pero ellos vivirán menos y podremos salir con amigas libremente, sin angustiarnos porque pilas de ropa sucia se acumulan en el lavadero. ¿No vieron cómo se divierten las jovatas en los cafés, en las excursiones, en los cines? Y sin necesidad de decir "boludo" ni una sola vez...

Señora, reclámelo junto con su título universitario...

sábado, 23 de enero de 2010

Queríamos tanto a Lili

Mamá y Liliana se conocieron cuando ambas eran adolescentes, allá por los años sesenta; mi vieja había entrado a trabajar en una droguería cuyos dueños eran los padres de Lili. Desde entonces, sostuvieron un lazo compinche durante décadas, con algunas intermitencias por mudanzas y avatares varios. En los últimos años, al compartir el mismo barrio, se reencontraron y tuve la oportunidad de verlas interactuar de cerca, sosteniendo bizarros y menopáusicos diálogos, en los que se equivocaban en la mitad de las cosas y se olvidaban de la otra mitad, para acabar en contagiosas carcajadas. Sin saberlo, me estaban dando una lección de amistad, lo que probablemente sea la mejor herencia que te pueden dejar.
Además, Lili era mi podóloga, lo cual servía de excusa para armar tecitos eternos, matizados con consejos domésticos, chismes, recetas de cocina... Porque Lili pertenecía a esa generación que sabe hacer de todo con la misma naturalidad, desde curarte el ojeado hasta elaborar deliciosos escabeches para cuarenta personas, desde ayudar a los chicos con los deberes hasta teñirse en diez minutos y con los ojos cerrados.
Siempre relacioné a Liliana (y a su querible familia) con los buenos momentos, con las risas, con compartir un simple café como si fuera un festín. Recuerdo especialmente un episodio de mi infancia: fui a verla empachada (¡cuándo no!) a su casa, para que me tirara el cuerito. No me dolió ni un poquito y me regaló un juguete a modo de premio por no patalear. Así era: generosa, campechana, cálida, sonriendo pese a no tener una salud que la acompañara del todo y a haber soportado la muerte prematura de familiares muy cercanos.
Hoy, querida Lili, a un año de tu partida, debemos elegir entre dos posibilidades: lamentarnos por no tenerte o sentirnos inmensamente agradecidos por haberte tenido. Yo, y sé que estarías de acuerdo, elijo la segunda.

Mayo de 2009: Liliana (a la izquierda) con mamá,
pleno carnaval carioca en el casamiento de la hija menor de Lili

miércoles, 20 de enero de 2010

Macabro hallazgo V

Como habrán comprobado, mi estancia en Colón (octubre de 2009) fue pródiga en muchos sentidos. Cuando vi que la edición de Clarín se ubicaba en el año 2005 había dos posibilidades: o estábamos en un episodio de "Volver al futuro" o el calor de las termas me había derretido el cerebro. Al final, ni una cosa ni la otra: fue una simple macana de los hacedores de este matutino...

Para chequear la autenticidad, fíjense en el titular sobre Charly,
porque Chávez y Mauricio ya son pan de cada día

martes, 12 de enero de 2010

CSI Entre Ríos


Paseaba yo por Colón cuando este cartel llamó mi atención... ¿Qué corno serán los anexos? Los invito a formular hipótesis (¡que no tengan que ver con el señor Berga, déjenlo en paz, caramba!).

miércoles, 6 de enero de 2010

Recomendando blog III

Cuando la compañera Lorena Giménez se hallaba en la búsqueda de datos para su viaje a Europa, se topó con el blog de un joven argentino que hizo un largo periplo por el Viejo Mundo. Me lo recomendó y me volví fiel seguidora. El pibe ya está de regreso, pero se ve que ha llevado una bitácora plena de detalles de todo tipo, porque hoy (un par de años desde la vuelta) continúa alimentando la web con curiosidades, anécdotas y fotos, todo bastante piola e ingenioso. Contesta a toooodos los comentarios que le hacen con simpatía y buena onda pues, en sus propias palabras, es un asesor de oficio en el tema.
Mi sugerencia es que entren por el país que más les interese (a la derecha de la pantalla), dado que está concebido para poder picotear a gusto... ¡Ah!, y la "Maruja" de los comments soy yo.

http://blogs.clarin.com/porelmundo/

martes, 5 de enero de 2010

Los insufribles III

Los celulares. Y punto.