sábado, 13 de marzo de 2010

Los insufribles IV

No me banco a la gente que es fifí con la comida, que es prejuiciosa (no han probado tal comida pero ya "saben" que no les gusta), que en casa ajena desprecian lo que le sirven o, peor, se ponen a hacer autopsias en el plato. Mucho menos a aquellos pretenciosos que miran todo con desconfianza, pero resulta que cuando van a un recital bien que engullen grasientas hamburguesas que rebotarían en cualquier control del SENASA. Y ni hablar de esas familias que preparan diez platos porque cada uno tiene un mambo gastronómico distinto (ninguno referido a la salud, claro; todas manías del tipo "el tuco sólo me gusta sin tomate" [!]).
Para ampliar esos paladares recomendaría un transplante de riñón (en casa, al menos, funcionó) pero, como además de un quilombo es carísimo, mejor entrenlé a todo, muchachos, y cortenlá.