sábado, 15 de octubre de 2011

De regreso...

Hace muuuuuucho que no escribía. Y como tampoco tengo taaaaanto tiempo, me limitaré a subir una imagen que vale más que mil palabras...

Gracias a David, de Madrid, por este aporte

sábado, 20 de agosto de 2011

Las noches de Flores II

Por si te cansás de caminar...
living al aire libre en Bogotá y Fray Cayetano

lunes, 27 de junio de 2011

Las noches de Flores I


En mi barrio hay dos rubros que abundan: los hoteles alojamiento y los geriátricos. De los primeros me abstendré de hablar, aunque implique perder lectores en este preciso instante. De los segundos diré que suelen tener nombres trillados, al estilo "Mi hogar" o "Dulce otoño" y así.
Cerquita tengo la excepción a la regla, un geriátrico llamado Hesse. No hay vez en que lea su placa en la fachada sin pensar en Hermann Hesse, autor alemán nacido en 1877 y al que tuve el gusto de conocer trabajando. Sus textos son de una poesía extraordinaria, teñidos de una profunda reflexión porque Hermann tenía una gran afinidad con la cultura hindú y las filosofías orientales. Seguramente habrán oído hablar de El lobo estepario, Siddhartha y El juego de los abalorios: son sus clásicos. Sin embargo, si quisieran iniciarse en la narrativa de este ganador del Nobel, les aconsejaría que lo hicieran con Narciso y Goldmundo o con Rosshalde. Son libros más sencillos, no tan místicos, absolutamente bellos e inolvidables.
Hermann Hesse, un verdadero pacifista, murió en 1962 en Suiza, donde se había refugiado de las guerras mundiales.

sábado, 11 de junio de 2011

Las noches de Flores (Intro)

Con este nombre doy por inaugurada una nueva sección en la que contaré curiosidades sobre Flores, el barrio en que vivo desde hace un par de años nomás y que encierra luces y sombras, pues ha sido la cuna del genial Roberto Arlt y ahora es la cama de los travestis que ejercen su oficio por la zona.
Las noches de Flores es, además, el título de uno de los tantos libros del escritor argentino César Aira, quien dicho sea de paso es vecino. Si no lo han leído, se los recomiendo calurosamente; es, ante todo, una excelente persona con la que tuve el gusto de tratar por mi trabajo. Como sus otras obras, este libro es breve, se devora en un santiamén, y es imposible de clasificar. Hay humor, absurdo, drama, sordidez. La historia gira en torno de un matrimonio que se las rebusca haciendo delivery para una pizzería (de Flores, claro). Uno de los más asiduos clientes es un grupo de monjas (!), así que imagínense el delirio. En el medio, la guerra con los otros repartidores, la tristemente célebre Plaza Flores, etcétera.
En próximas entregas, seguiré homenajeando a Flores. E indirectamente a Aira, claro.

sábado, 14 de mayo de 2011

Cafetín de Buenos Aires

No soy una porteña re fana de los cafés. Pero suelo ir a algunos con cierta asiduidad, y es algo que encuentro muy placentero. Algunos son puramente barriales, como Castells, de Caballito, que en realidad es un anexo de la confitería del mismo nombre, y al que solía ir los fines de semana tempranito porque me quedaba a la vuelta de casa, no necesitaba ni peinarme. Otros son instituciones gloriosas: el Tortoni (recomiendo el chocolate con churros en invierno y reclamo públicamente que repongan las mesas de pool, caramba); Las Violetas (ideal para reventar con el té completo, catedral sagrada en la que me he reunido por trabajo y por placer); Los Galgos (de los históricos, averigüen; allí iba en los noventa, cuando estaba en Plus Ultra, a empinar un regio submarino); Esquina Homero Manzi, en mi entrañable Boedo (debería ir más seguido)... Y uds., ¿van a bares? Algo me dice que Pepa comentará largamente esta entrada...

En Los Angelitos (por suerte recuperado),
de Rincón y Rivadavia

Hallazgo casi macabro

Porque, claro, "avivamiento" está bien dicho... Pero, ¿por qué sonará tan mal?

viernes, 22 de abril de 2011

Macabro hallazgo XIV


Siempre se puede superar la grafía de una palabra engañosa como ésta

viernes, 15 de abril de 2011

En este hotel la pasás bomba

Se solicita la presencia de un asesor de marketing

jueves, 31 de marzo de 2011

Ejercicio

Esta tarde fui a la peluquería. Asignatura pendiente si las hay, venía pateándola y finalmente hoy decidí darle curso. No pudo ser. ¡Era el cumpleaños de la peluquera y se había rajado temprano! De los 365 días que tiene un año, justo fui a elegir éste.
En general, soy una persona con baja tolerancia a la frustración. Si planifico algo, más vale que se me dé, no sea cosa de despertar "la ira de Quito" (en otro post les explicaré qué es la ira de Quito, por ahora basta con fijar la atención en la palabra "ira"). En buen criollo: me recaliento mal. Eso en el momento inicial. Luego me viene como un aturdimiento, no sé bien cómo reaccionar, siento que se me quema la agenda... hasta que finalmente asumo que no hay botón ESC que valga y bueno, hay que apechugar.
Desde hace un par de años vengo leyendo libros de autoayuda, coaching y ese tipo de cuestiones (hoy estoy revelando ciertas bajezas, sabrán perdonar), y una de las cosas que aprendí es que cuando te relajás, aceptás y te entregás, la realidad no resulta tan brava. Es como cuando te enseñan a hacer la plancha en la pileta: si estás flojito, flotarás como un corcho; si te ponés rígido, te hundís como un yunque. La otra cosa que incorporé (o, al menos, trato de hacerlo) es pensar que todo lo que te sucede, aun lo que te frustra, te jode o te embola, es para mejor. Siempre para mejor, aunque en el momento te parezca que no.
Como todo, requiere práctica. Hay que vencer los primeros minutos en los que uno se siente un poco pelotudo pensando: "¡Cómo puedo creer que esto es para mejor, si tengo las mechas que no doy másssssss!". Es un ejercicio de humildad. Cuesta, pero no es imposible.
De manera tal que esta tarde me fui de la pelu silbando bajito, con la profunda convicción de que había zafado de que mi estilista, nerviosa porque le caerían cincuenta parientes para el cumple, me dejara el pelo verde. Llegué a casa, vi mi serie favorita, me hice un licuado de banana y escribí este post. Yo creo que, incluso con las mechas en este estado, salí ganando.

sábado, 12 de marzo de 2011

A Antonio le llegó el apellido...


Placa vista en el cementerio de Azul

domingo, 13 de febrero de 2011

La falla de Thompson

Quizás algunos de ustedes hayan oído hablar de la falla de San Andrés, un fenómeno geológico de la zona de California. Los expertos dicen que esta especie de grieta gigante se quebraría del todo si se desatara un terremoto de la gran siete. Así, la península californiana se desprenderá del continente, cual isla móvil, y quedará flotando a la deriva por el Pacífico.
En el barrio de Caballito, más precisamente en la calle Thompson, hay una falla que no quiere quedarse atrás... Así que en cualquier momento algunas cuadras aledañas saldrán navegando sin rumbo hasta terminar en... no sé... ¿en Villa Urquiza?

martes, 1 de febrero de 2011

Un macabro hallazgo (de otro tipo...)

Estimados: vacacionando por Azul, provincia de Buenos Aires, no pude eludir la recorrida por el cementerio local, cuya fachada es creación del arquitecto Francisco Salamone (altamente recomendable). Así que acá va la imagen que confirma mi presencia allí.
En medio de bóvedas de ricos terratenientes locales, muy onda Recoleta, me topé con el descanso eterno de don D'Ambrosio, a quien evidentemente sólo le dio el cuero para usar los cerámicos que le sobraron de la última refacción del baño.

jueves, 6 de enero de 2011

Usos múltiples

Esta frase, hallada en un inusual soporte en la casa de mi madre, se aplica a las frutas, claro, pero también a las personas... ¡y por qué no a este año 2011 que recién comienza!

Es un melón... ¿Se ve bien?